miércoles, 5 de mayo de 2010

INOCENCIO X

Francis Bacon

No me extraño, cuando leí La puerta de las Meninas, que esta Santidad no fuera del agrado de Jorge, su protagonista. Como muestra un botón: compone una presentación de imágenes de papas en Power-Point y, de la serie de inocencios que Bacon hace del de Velázquez, elige aquella en la que el pontífice está entre rejas, no sin antes despojarse de todo lo que signifique poder, grandeza y opulencia.
El pintor irlandés nos presenta una imagen distorsionada del papa en un aullido feroz, tomado de una foto fija de la nodriza de El acorazado Potemkin de Eisenstein, aullido que lo convierte en una alimaña dañina (L. A. Villena). El Inocencio de Vélázquez se nos mostraba tirano e inmisericorde, este, sencillamente, da miedo.
Por ello, Jorge siente que se hace justicia cuando ve que Bacon condena al papa. Le priva de la inmortalidad que creía alcanzar al pedir ser retratado por Velázquez y nuestro protagonista se alegra de que quien continúe vivo sea Bacon, lo que no esperaba cuando pintaba sus inocencios, pues todos le parecían fallidos frente al que consideraba uno de los mejores cuadros del mundo. MARIANO MORALES

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