miércoles, 5 de mayo de 2010

PUERTA-VENTANA EN COLLIOURE (1914)

Henri Matisse

El tema de la ventana, desde sus comienzos, y sobre todo desde 1905, es esencial en Matisse. La ventana para él no es una frontera, una separación, sino al contrario es el lugar privilegiado donde se muestra visible la continuidad dentro-fuera / fuera-dentro y por ello una metáfora de la pintura, que en esta obra está llevada al extremo: la identidad formal del rectángulo-cuadro con el retángulo-ventana funciona plenamente, pues en este caso la vista de la ventana, aunque no es más que una parte del cuadro, es su todo, por la potencia de ese contundente espacio negro.
Esta imagen de una desnudez radical que linda con la abstracción, creo que le produce vértigo al pintor, creo que Matisse tiene miedo, pero ahora no me refiero al que pudiera producir esa negritud, sino a otro, a uno de índole formal: Matisse no se atreve a dejar solos esos planos verticales y esas líneas negras horizontales y mostrarnos una pintura bidimensional, plana, ¡un cuadro! Tiene el mismo miedo que Picasso cuando, desarrollando el cubismo desde sus obras analíticas, se adentra en ese estilo o el propio estilo le lleva hacia pinturas más herméticas y teme caer en la abstracción. Nos deja una pipa, un traste de guitarra, una mano, un seno, alguna referencia figurativa, un asidero al que podamos agarrarnos. Nos salva y se salva. Así, Matisse pone el plano marrón-negro abajo y una línea oblicua en perspectiva. En definitiva, nos sitúa el suelo en el que apoyarnos: ya podemos entender el cuadro, ya lo entendemos, ¡si hasta las líneas horizontales representan las de los cuarterones de la contraventana!... y respiramos.
Ahora bien, como en el caso anterior, esta obra no es del estilo de las de su autor. (Parece que Joaquín Copeiro, en La puerta de las Meninas, haya ido rebuscando, dentro de la trayectoria artística de los pintores, hasta encontrar las obras singulares de cada uno de ellos). Digo esto porque este cuadro es muy diferente a la pintura de Matisse, que pretendía otra cosa bien distinta de lo que esta nos transmite. Ese negro nos inquieta y nos sobrecoge. Sin embargo, Matisse soñaba, en sus propias palabras: Con un arte equilibrado, puro, apacible, cuyo tema no sea inquietante ni turbador, que llegue a todo intelectual, tanto al hombre de negocios como al artista, que sirva como lenitivo, como calmante cerebral, algo semejante a un buen sillón que les descanse de fatigas físicas. ( En La Grande Revue de 25 de diciembre de 1908, Notas de un pintor). MARIANO MORALES

1 comentario:

  1. Buen comentario y muestra de buen gusto en la elección de la obra. Enhorabuena.

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