Veinte de noviembre de mil novecientos setenta y cinco. Ha muerto la Vieja, y el niño Ismael no sabe si reír o llorar. Uno de sus abuelos llora y el otro ríe, y su abuela, asustada, teme otra nueva guerra. Muchos años después, Ismael, ya reconocido como escritor, vuelve al pueblo donde nació y transcurrió su infancia para saber de un amigo. Se ha perpetrado un crimen que guarda una extraña simetría con ciertos acontecimientos que ocurrieron durante la
Guerra Civil. Quedaba por contar el cuento de Navidad más inesperado.

La escritura de
La Vieja dibuja con sencillez una visión transparente y elíptica de nuestro pasado más reciente, y estructura su argumento en narraciones autónomas que no rompen la relación capitular de la novela. En los monólogos interiores de los niños y los ancianos, y en las restantes voces, en su mayor parte femeninas, escuchamos a lo largo de sus páginas el tremendo silencio de la
Posguerra y de la
Transición españolas.
«Piratas», que constituye la tercera parte del libro, obtuvo el primer premio del 2º Certamen Literario
Dulce Chacón (2005), convocado por la asociación
La Gavilla Verde.
Para
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fragmento de La Vieja, de
Federico de Arce, ir
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